viernes, 24 de febrero de 2012

CARTA DEL GRAL ÁLVARO OBREGÓN A SU HIJO

Cajeme, Sonora, junio 27 de 1928.

Sr. Humberto Obregón. 

México, D.F. 

Mi querido hijo Humberto: 

Este día reviste gran trascendencia en tu vida porque marca la fecha en que llegas a la mayoría de edad, produciendo este acontecimiento la transición de mayor importancia en la vida del hombre. Hoy asumes, por ministerio de la ley, el honroso título de ciudadano y te substraes de la patria potestad que a tu padre ponía en posesión de la dirección de tus actos; asumes por lo mismo, toda la responsabilidad de tu futuro, sin que esto signifique –por supuesto- que yo me considere relevado de la constante obligación que los padres tenemos para aconsejar y apoyar a nuestros hijos. Y he querido, con motivo de esta fecha, darte algunos consejos derivados de los conocimientos adquiridos con mi experiencia y con el conocimiento del corazón humano, que la intensidad de mi vida me ha permitido adquirir y del privilegio que del destino he recibido al permitirme actuar en todas las clases sociales que integran la familia humana.

No pretendo incurrir en el error tan común en los padres, de querer transmitir su propia experiencia a los hijos; si la juventud es tan hermosa, lo es precisamente porque carece de esa experiencia. La experiencia no es sino el resumen de todas las rectificaciones que el tiempo, al transcurrir, viene haciendo del bello concepto que de la vida y de nuestros semejantes nos formamos, desde que entramos en posesión de nuestras propias facultades.

Lo primero que necesitan los hombres para orientar sus facultades en la vida, y para protegerse y defenderse de las circunstancias que le son adversas y que por causas ajenas a su voluntad convergen sobre su voluntad, es clasificarse. Clasificarse ha sido uno de los problemas, cuyo alcance, son muy pocos los que saben comprender. Tú debes, por lo tanto, empezar por hacerlo y voy a auxiliarte con mi experiencia.

Tú perteneces a ese grupo de ineptos que integran, con muy raras excepciones, los hijos de personas que han alcanzado posiciones más o menos elevadas, que se acostumbran desde su niñez a recibir toda clase de atenciones y agasajos, y a tener muchas cosas que los demás niños no tienen y que van por esto, perdiendo la noción de las grandes verdades de la vida y penetrando en un mundo que lo ofrece todo sin exigir nada, creándoles una impresión de superioridad que llega a hacerles creer que sus propias condiciones son las que los hacen acreedores de esa posición privilegiada. Los que nacen y crecen bajo el amparo de posiciones elevadas, están condenados por una ley fatal, a mirar siempre para abajo, porque sienten que
todo lo que les rodea está más abajo del sitio en que a ellos los han colocado los azares del destino, y cualquier objetivo que elijan como una idealidad de sus actividades, tiene que ser inferior al plano en el que ellos se encuentran.

En cambio, los que pertenecen a las clases humildes y se desarrollan en el ambiente de modestia máxima, están destinados, felizmente, a mirar siempre para arriba porque todo lo que les rodea es superior al medio en que ellos actúan, lo mismo en el panorama de sus ojos que en el de su espíritu, y todos los objetivos de su idealidad tienen que buscarlos siempre sobre planos ascendentes.

Y en ese constante esfuerzo por liberarse de la posición desventajosa en que las contingencias de la vida los han colocado, fortalecen su carácter y apuran su ingenio, y logran en muchos casos adquirir una preparación que les permita seguir una trayectoria siempre ascendente. El ingenio, que no es una ciencia y que, por lo tanto, no se puede aprender en ningún centro de educación, significa el mejor aliado en la lucha por la vida y sólo pueden adquirirlo los que han sido forzados por su propio destino a encontrarlo en el constante esfuerzo de sus propias facultades. El ingenio no es patrimonio de los niños o jóvenes que han realizado ningún esfuerzo para adquirir lo que necesitan.

El valor de las cosas, lo determina el esfuerzo que se realiza para adquirirlas y cuando todo puede obtenerse sin realizar ninguno, se pierde la noción de lo que el esfuerzo vale y se ignora el importante papel que éste desempeña en la resolución de los problemas importantes de la vida, y el tiempo que nos sobra, nos aleja de la virtud y nos acerca al vicio. Y éste es el otro factor negativo para los que nacen al amparo de posiciones ventajosas.

Todos los padres generalmente recomiendan a sus hijos huir de los vicios. Yo he creído siempre que existe un solo vicio, que se llama "exceso" y que de éste, deben todos los hombres tratar de liberarse. Yo conozco casos de muchas personas que de la virtud hacen un vicio, cuando se han excedido en practicarla. Procura siempre no incurrir en ningún exceso y nadie podrá decir que tengas un solo vicio.

El objetivo lógico de todo hombre que se inicia en la lucha por la vida, debe encaminarse a obtener todo aquello que le es indispensable para la satisfacción de sus propias necesidades. Obtener lo indispensable y hasta lo necesario resulta relativamente fácil para un hombre honesto, que no practica ningún exceso que le reste su tiempo y le mengüe los ingresos de su trabajo. Cualquier esfuerzo encaminado a realizar estos propósitos, estará siempre justificado y es siempre reconocido por todos nuestros semejantes, pero si se incurre en el error, tan común desgraciadamente, de caer bajo la influencia de lo superfluo, todo sacrificio resultará estéril, porque el mundo de lo superfluo es infinito, no reconoce límites y son mayores sus exigencias mientras mayor satisfacción se pretende darle.


Es lo superfluo el más grande enemigo de la familia humana, y a este imperio de la vanidad se ha sacrificado mucho del bienestar y de la tranquilidad que los hombres disfrutarían, si a sus imperativos hubieran logrado substraerse, y se ha perdido mucho del honor que en holocausto a lo superfluo se ha sacrificado.

De todas estas verdades, solamente pueden librarse los que, teniendo un espíritu superior, llegan a constituir las excepciones de las reglas que siempre se refieren a los casos normales. Si tú logras constituir una de esas excepciones, tendrás que aceptar que has sido un privilegiado del destino, logrando así para honor tuyo y satisfacción de tu padre, librarte de los precedentes establecidos y podrás crearte una personalidad propia, cuyo mérito lograrás sin esfuerzo que todos reconozcan.

Éstos son los deseos de tu padre y lo serían de tu madre, si a ella el destino no la hubiera privado de la infinita ventura que una madre debe experimentar cuando su hijo primogénito llega a su mayoría de edad, sin haberles dado a sus padres un motivo de rubor o pesar como es el caso tuyo. 

Gral. Álvaro Obregón.


El inédito documento original fue subastado y publicado en la revista Mira, sorprendiendo por la actualidad de su contenido. El remitente, Álvaro Obregón Salido, nació en la Hacienda de Siquisiva, Navojoa, Sonora el 19 de febrero de 1880, y murió en la Ciudad de México, el 17 de julio de 1928.
Este militar y político mexicano participó en la Revolución Mexicana y fue el presidente número 48 de nuestro país, gobernando del 1 de diciembre de 1920 al 30 de noviembre de 1924.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Como hablar de SEXO

La televisión está prendida y la familia entera atenta al aparato, de pronto sale una escena en la que dos personas se empiezan a besar. Rápidamente se cambia de canal. Es una situación usual cuando tenemos niños en la casa. Ante ello el sicólogo, Marcelo Martínez, recomienda a los padres, explicar al hijo que las dos personas que se estaban besando, buscan tener relaciones sexuales, porque seguramente quieren tener un bebé. Agrega que la educación sexual es un proceso gradual que se debe enseñar a los hijos desde que empiezan a reconocer las partes de su cuerpo y enfocar la explicación en las funciones básicas de los genitales, una de ellas, la producción.

Diferenciar sus partes genitales. Desde pequeños se debe enseñar a los niños las partes de su cuerpo hasta las partes de los genitales, “siempre mencionando el nombre tal cual es” subraya el especialista. El niño tiene que diferenciar las partes entre un hombre y una mujer. Ello, despertará la temática de la conciencia de qué es sexualidad, aspecto físico e higiene personal.

Lenguaje directo y sencillo. Para hablar de ello el lenguaje tiene que ser claro, directo y explicar al niño que tiene que reconocer las funciones que cumplen los genitales tanto en el varón, como en la mujer. Sobre ello se considera las temáticas de la prevención del abuso sexual, los autocuidado del cuerpo y se profundiza el tema del primer enamoramiento y los amigos. Porque si el niño empieza a preguntar quiere decir que tiene una curiosidad. Eso es una alerta para que el padre se preocupe de ver de dónde sacó la información, si se lo dijo alguien, cómo se lo dijo, si lo vio en la televisión o en una revista, por eso debe haber un diálogo abierto, porque si no la información puede ser distorsionada por el niño. Martínez señala que no hablar de este tema pueden traer como consecuencias la confusión entre sexualidad y pornografía. “Los niños pueden pensar que los genitales solo están para el placer y no para la reproducción”, explica.

No prohibir el tema. El padre de familia tiene que hablar con un lenguaje claro en lo que es un hombre y una mujer, tomando de ejemplos el papá y la mamá como una cuestión natural. La idea es brindar una información sencilla y abierta, sin restricción y prohibición. Los padres no tienen que prohibir el tema, más al contrario explicar de la forma más detallada posible la información que ayudará al niño a valorar sus genitales, concluye el especialista.

viernes, 17 de febrero de 2012

Hola, hija de puta.

Hola, hija de puta:
Te escribo para decirte que te admiro mucho. Que me sorprende tu capacidad para alterar la realidad como se te plazca, es más, en este momento lo estás haciendo, ¿que cómo? así, escribiéndome. Admiro la forma tan sutil que tienes de manejar todo a tu conveniencia, de esconderte, de cubrirte.
Esas maneras que tienes de decirle a la gente que, según tú, amas que ya no, para después regresar a morderte los labios aparentando una victoria que ni siquiera es tuya, la perdiste, otra vez. Esa violencia para desprenderte de cosas que te importaban, esa arrogancia para mandar al diablo todo, claro, cuando a ti se te de la gana, no antes, no después.
No me digas lo que ya sé, dime algo diferente, o cuéntame una de vaqueros. Prepárate arrogante, vístete indecente, habla suciamente, para que se vayan de aquí. Prepárate para irte, otra vez. Sabes la manera en como no quedarte, conoces las trampas para esconderte.
Expónte siempre como un inválido emocional, diles que en este momento no puedes acercarte a ellos, que sólo estás de paso, levanta muros aunque no tengas de donde ni con qué. Habla de lo mucho que no quieres estár. Reitéralo las veces que sean necesarias para que ellos, los demás, se la crean. Tú no, sabes que tú no.
Quédate ahí, inmóvil, sin decir una palabra, aunque estas te atropellen por querer salir, no vivas, no hagas, no pongas, no dejes. ¿Para que tú? Que lo hagan los demás, para que entonces puedas tener a quien culpar. Todos los demás son los que no supieron entenderte, no aprendieron a manejarte, recuerda que tú eres perfecto.
Ya sé que lo que más te gusta, es sentarte en un bar o en un café a reírte de las desgracias de los demás, esos que andan enamorados, esos que andan con las ganas de vida que hasta les brillan los ojos, tú síguete riendo de ellos, tú no tienes nada por qué sufrir o por quién. Ponte el vestido rojo y sal a bailar. Deja que los demás vivan, tú ya estás retirado desde hace mucho. Eres un observador ajeno.
Cúbrete con la banalidad que te caracteriza, ríete cuando tengas ganas de llorar, sal cuando tengas ganas de quedarte, quédate cuando tengas ganas de salir, no hables cuando sea necesario, habla cuando no te lo pidan, desmádra todo, como siempre. Haz todo lo que no quieras hacer, para que tu vida sea más divertida y tengas todos los días que reprocharte algo, lo que sea. Aunque recuerda que la culpa es de los demás, esos infelices que no supieron ir a tu ritmo, que no cumplieron tus caprichos, que no cedieron 99 veces de 100.
Quédate con las ganas, recuerda que si las acumulas, al final las puedes cambiar por el regalo del arrepentimiento. No digas, no pidas, no vayan a pensar que los necesitas, recuerda que eres muy fuerte, pedir y decir es para los débiles. ¡Anda, eres omnipotente, a ti que nada te hace daño, a ti que nadie te importa, anda, se valiente y demuéstrales que los adultos no lloramos, que sólo se limpian las rodillas y se levantan!
Guárdate todo, no te expongas, para eso tienes las letras, para venir a decirles a ellas lo que necesitas, a los demás jamás. No vayan a pensar que los quieres. Seduce con tu indiferencia, diles que no importa, que nada de lo que ellos hagan o digan lo hace, imagina que es cierto, entonces recógete el cabello, ponte tus lentes obscuros y sigue caminando.
Quédate aquí, muy pegadita a mí, nunca se los digas de frente, no vayan a pensar que te importan. Sigue con esa memoria impecable, para recordar todo lo que no te gustaba, olvida lo bueno, sólo sirve para nada. Y ya se que no me escuchas por más fuerte que te hable, ya sé que no me lees porque no te gusta que hablen de ti.
Anda conciencia, hija de puta, no me desampares ni de noche ni de día.

Con cariño.

Yo